martes, 15 de mayo de 2012

Hasta dónde decir sí

Durante el verano es habitual oír que están aburridos, que quieren salir porque en casa no tienen nada que hacer. En muchas ocasiones esto es cierto, los hogares se vuelven espacios de sedentarismo en los qué lo único que hacen es pasar largas horas conectados a la tecnología. Las salidas con amigos son una alternativa insuperable para romper con la desocupación hogareña y la angustia que esto puede provocar. Si bien cada organización familiar tiene sus propias reglas de convivencia, en el verano debe plantearse la posibilidad de ser más flexibles con los horarios y los permisos. Sin embargo, es importante recordar que los adolescentes necesitan límites, por lo cual no se les puede decir a todo que sí. Los límites son necesarios cuando estas relaciones sociales conllevan a los excesos. La presencia de sustancias –tabaco, alcohol y drogas ilegales- es parte del cotidiano en las reuniones entre jóvenes y adolescentes, por lo qué el tema no recae en la prohibición para juntarse con sus amigos, sino en una enseñanza clara en la qué los jóvenes asuman con responsabilidad los inconvenientes que éstas pueden acarrear. Conducir en estado de ebriedad, peleas y accidentes innecesarios, encuentros sexuales sin protección, son algunos de los hechos que más se repiten por el abuso de sustancias, es por ello que una correcta guía por parte de los adultos responsables hace la diferencia entre los adolescentes. Alcanzar el equilibrio para no caer en la permisividad o el autoritarismo es un desafío que se torna aun más complicado en verano. Los padres de los adolescentes deben aprender a manejar sus temores y permitir que sus hijos compartan espacios fuera de la casa, con su grupo de pares; por otra parte lograr mantenerse firme ante aquellas situaciones excesivas o de potencial riesgo que resultan dañinas para los hijos. Finalmente no existe un buen consejo a la hora de ser padres, simplemente sería bueno recordar que hay que observar más e intervenir menos, de esa forma los adolescentes podrán ir formando sus propios entramados relacionales, pero los padres se mantendrán atentos a cada señal de peligro.

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